Mutai, el mejor entre rascacielos

Hay un día en que los rascacielos neoyorquinos conocen la tensión al palpar la marabunta en sus cimientos. Sus corazones sufren atenazados ante la incertidumbre generada por el movimiento de la masa amenazante de desmenuzar el poder que atesoran. Tras 2 horas, 5 minutos y 6 segundos, los colosos respiraron aliviados. Comprobaron como Geoffrey Mutai inició el camino para que decenas de miles de corredores declararan con su estado el cese de su permanente trote.

Mutai exhibe su gloria en Central Park / elpais.com

47.000 corredores tomaron la salida en Staten Island con la ilusión de alcanzar la gloria en Central Park. El considerado como el más prestigioso maratón del mundo se presentaba como una muestra más del bipartidismo imperante en el fondo atlético: Kenia contra Etiopía. Y hubo claro vencedor, aunque el etíope Gebremariam, vencedor el año pasado, pusiera toda su fe en evitar la victoria keniana.

Los carrera discurrió igualada entre los aspirantes a llevar el laurel durante los primeros 24 kilómetros a ritmo de record de la prueba (1.03.17). Al paso del kilómetro 30, el alto ritmo del keniano Emmanuel Mutai había reducido el grupo delantero a siete corredores entre los que destacaba Gebremarian, que se reveló como la sombra del keniano. Ambos parecían los más fuertes para el triunfo final.

Sin embargo, fue Geoffrey Mutai, quien tras haberse limitado a seguir el ritmo de los gallos durante toda la carrera, estiró definitivamente la carrera y la convirtió en un debate a cuatro entre las dos potencias. Los dos Mutai por Kenia y Gebremariann y Kebede por Etiopía.

El mejor tiempo de Geoffrey (2.04.40 en el maratón de Londrés) acabó decantando la prueba mientras saboreaba el aroma de Central Park con el laurel que lo coronaba como el más rapido de toda la historia de los maratones neoyorquinos, reduciendo en más de dos minutos el tiempo del etíope Jifar en 2001 (2.07.43). Emmanuel finalizó segundo (2.06.28) y Kebede, tercero (2.07.14.). Gebremariann acabó cuarto, desfondado al tratar de arrebatar la gloria a los kenianos, a algo menos de 3 minutos del vencedor.